Razim nació en Al Hufuf (Arabia Saudita) el 28 de Diciembre del año 1920. Esa ciudad es el mayor centro urbano localizado en el vasto Oasis Al-Ahsa en la llamada "Provincia del Este" de ese país.
En el año 2009, la ciudad tenía una población de un millón doscientas mil personas, aunque era mucho menos poblada, por supuesto, cuando Razim fue dado a luz allí.
Su padre trabajaba en el cercano campo petrolero Ghawar, uno de los mayores del mundo instalados en tierra firme. Su madre estaba sometida a las leyes y costumbres de Arabia Saudita que aseguran para las mujeres un tratamiento de "menores de edad perpetuas" y sin importar su edad, debió tener un tutor masculino, que primero fue su padre y luego su esposo, quienes podían autorizarlas a realizar actividades como viajar al exterior o recibir atención médica. Pero nunca estuvo esa pequeña familia en condiciones de viajar por su extrema pobreza, y solamente recibió atención médica para el parto de Razim.
Sin embargo, la mujer enfermó poco tiempo después de dar a luz y antes de que Razim cumpliera un año de vida, falleció. Por eso el padre entregó al niño a unos primos lejanos que querían pero no podían tener hijos, y por ellos Razim fue llevado muy lejos del Golfo Pérsico.
Su padre adoptivo se dedicó durante muchos años al comercio de telas y a causa de ellos la familia viajaba constantemente, de una ciudad a otra, aunque el objetivo del hombre era llegar a Europa. Poco a poco, y viviendo pobremente de lo que recaudaba con la compraventa de esos tejidos, fue acercándose con su esposa y su hijastro al Viejo Continente.
Razim recuerda que cumplió sus 30 años en una población turca cercana a la frontera con Armenia. El lugar se llamaba Kars y estaba cerca del Monte Ararat. La gente de por allí decía que sobre esa enorme roca se encontraban los restos del arca de Noé de la que hablaban los libros sagrados. Cuando Razim habla de esa época la recuerda con pesar, ya que había reemplazado a su padre en la tarea de comerciar telas porque el hombre se sentía muy anciano para hacerlo y su esposa tenía graves dificultades para caminar. Así el joven se había convertido en el sostén de su pequeña familia y todo lo que ganaba, que era realmente poco, lo destinaba a que sus padres adoptivos, que lo habían tratado siempre con mucho afecto.
Razim nunca supo su verdadero apellido, el que correspondía a su progenitor biológico, y adoptó el apodo de su padre adoptivo, "al Hamed", cuyo significado es "el que es digno de alabanza", y que sabía que era muy usado en todos los países árabes. Seguramente su padrastro lo merecía y el joven trataría de merecerlo también.
El cruce de Turquía desde la frontera armenia hasta la búlgara le llevó a Razim unos diez años. Llegó a Edirne solo, pues sus padres adoptivos habían muerto en el tiempo que llevó el penoso recorrido. Primero la madre, físicamente muy deteriorada por los años y las enfermedades, falleció y fue sepultada en Afyon. Meses después el hombre, que no pudo soportar la pena, sufrió un ataque cardíaco en Uludag y en pocos días dejó de existir, sin haber logrado concretar su sueño de pisar la Europa más allá de Turquía.
Muy entristecido aunque aliviado de la carga que significaban esos dos ancianos enfermos en su vida, pronto Razim reunió algo de dinero y se atrevió a cruzar la frontera hacia Bulgaria. Ya se hacía conocer como "Razim al Hamed" y en el centro del país, en una provincia conocida como Gavrobo, conoció a Mohamed, un primo lejano del padre del hoy rico y famoso H.E. Sheikh Hamed Bin Ahmed Al Hamed, directivo importante de la compañia de inversiones Al Farida. Si bien ese Mohamed no era un hombre de fortuna, había hecho relaciones valiosas apoyándose en el nombre de sus familiares y así había logrado varios años atrás instalarse en París como agente de inversiones petroleras en Arabia Saudita.
No le había ido nada mal. Era inteligente y sagaz. Pronto simpatizó con Razim y le ofreció mudarse con él a su departamento en el Boulevard Saint-Germain, a pocas cuadras del río Sena.
Hasta 1980, Razín trabajó para Mohamed, quien progresó mucho con su empresa y entonces sí se convirtió en un verdadero potentado, con los frutos de las inversiones de franceses en sus proyectos y también con los beneficios enormes que le produjeron sus propios capitales colocados en diversos lugares de Asia y de Europa. Ese año, ya cansado y dispuesto a disfrutar de su bienestar económico. Dejó a su amigo, ya de 60 años de edad, como dueño de la agencia, lo abrazó y se fue a recorrer el mundo. Razim nunca supo más sobre él.
Pero, pese al enorme crecimiento del dinero de ese hombre nacido en Al Hufuf, todavía estaba muy lejos de convertirse en el más rico del mundo.
Eso ocurrió con bastante rapidez cuando Razim se interesó por la electrónica y el universo de la informática de las telecomunicaciones.
Vendió la agencia en muchos millones de dólares y los invirtió en empresas internacionales, algunas de las cuales se convirtieron poco a poco en su propiedad, al adquirir más del 51% de las acciones.
Cuando le pregunté acerca de los detalles de esas operaciones tan rentables que había realizado en solamente diez años a partir de la década de los 80, sonrió misteriosamente y se negó a hablar sobre el tema. Eso me hizo sospechar que quizá no fueran demasiado "limpias" y que involucraban a importantes personalidades políticas de diversos países.
0 comentarios:
Publicar un comentario