sábado, 2 de mayo de 2009

LA NOVELA NATURALISTA HISPANOAMERICANA. EVOLUCIÓN Y DIRECCIONES DE UN PROCESO NARRATIVO

LA NOVELA NATURALISTA HISPANOAMERICANA

Es conocida la importancia del movimiento naturalista en la historia de la narrativa literaria. En el caso de Hispanoamérica es, si cabe, más relevante, pot su condición de expresión artística de los procesos de modernización ocurridos en nuestros países en las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX.

La crítica ha destacado la coincidencia del Naturalismo con profundas y aceleradas transformaciones sociales y culturales en el continente, como el crecimiento desmesurado de las ciudades capitales en detrimento de las provincias la tecnologización e industrialización, sus efectos en los vínculos del individuo con su mundo.

También ha llamado la atención sobre acontecimientos muy concretos que afectan directamente a los escritores naturalistas: el aceleramiento de la inmigración europea y campesina hacia las capitales hispanoamericanas; la consecuente formación de cordones de miseria en torno a estas ciudades, en contraste con la creación simultánea de barrios lujosos de alta burguesía; el cuestionamiento más o menos profundo--según el autor sea más o menos radical en lo ideológico--a los órdenes culturales tradicionales.

La riqueza de este movimiento se evidencia en las tendencias filosóficas y cientificas que confluyen en su concepción literaria, formulada con incomparable profundidad y coherencia en los ensayos de Emile Zola. El "retorno a la naturaleza" propiciado por el Naturalismo fue recibido pot los países hispanoamericanos como una vía para el encuentro entre su producción literaria y su propia realidad; como un instrumento apropiado para crear un lenguaje narrativo funcional al proyecto de independencia cultural. Tanto su forma narrativa como su concepción realista constituyen la expresión más acabada del sistema literario derivado de la Ilustración y desarrollado por el siglo XIX.

Debe agregarse a esto que la narrativa naturalista hispanoamericana, a través de su evolución, en muy escasas ocasiones asume el modelo europeo de manera pura; por el contrario, corrientemente actualiza elementos del modelo textual propuesto por Zola, pero combinándolos con otros pertenecientes a las tendencias estéticas presentes en su horizonte literario y cultural: su contaminación con el Romanticismo, de larga vigencia en el medio hispanoamericano y, mal que mal, vinculado con el Naturalismo desde su propio origen por ser la concepción literaria que pretendía superar; con el simbolismo modernista, que surge como expresión de rechazo al positivismo y cientificismo naturalistas, pero que no solo lo influye ampliamente en los más diversos aspectos, como son el lenguaje narrativo, el experimentalismo estético y la elaboración de los personajes sobre patrones estéticos decadentistas, sino que también asumió ampliamente los códigos naturalistas en la representación de la realidad y, a menudo, en la organización del relato como novela experimental.

Estas combinaciones del Naturalismo con el decadentismo estético del simbolismo modernista, produjo sus más bellas expresiones narrativas.

Todos estos valores no impidieron que el cambio de paradigma literario que se produjo en las primeras décadas del siglo XX, con el inicio de las vanguardias literarias y de la concepción contemporánea de la literatura, el Naturalismo sufriera una larga postergación pot la crítica. La literatura contemporánea se desarrolla bajo el signo del rechazo a la concepción naturalista, que constituye a sus ojos la negación misma de la libertad imaginativa y creadora, que postula la nueva poética epocal; y la afirmación de todos los más importantes presupuestos culturales de los dos siglos anteriores, ya carentes de credibilidad y, por lo mismo, sometidos a fuerte cuestionamiento. Es así como, fuera de los estudios de Guillermo Ara y Vicente Urbistondo, uno dedicado a la novela naturalista hispanoamericana y el otro a la novela naturalista en Chile, solo contamos con los panoramas que entregan las historias de la literatura en la región, entre las que destacan las obras de Cedomil Goic, Iñigo Madrigal y José Promis. Fuera de estos aurores, contamos con estudios parciales, pero no con un estudio integral y sistemático del Naturalismo en la novela hispanoamericana.

Estas circunstancias hacen que recibamos con mucha satisfacción el trabajo de Manuel Prendes, que viene a llenar un vacío sensible en los estudios literarios hispanoamericanos.

Su sistematicidad se hacc evidente desde su organización: está dispuesto en niveles de análisis que van desde lo contextual a los textos; desde lo exterior a lo interior a las obras. A

borda inicialmente problemas relacionados con la génesis europea del Naturalismo y su ubicación respecto de otras tendencias literarias, y su apropiación y recepción hispanoamericanas, para luego entrar a ocuparse, apoyándose en un amplio corpus de novelas hispanoamericanas, de niveles textuales de análisis: el ideolágico, el de los narradores y sus modos de organizar el relato y relacionarse con sus propias narraciones, y el de los mundos representados (espacios, personajes, acciones). En todo momento, los análisis contrastan obras, buscando determinar modalidades textuales; el referente constante es la teoría de Zola y su modelo de la novela experimental, para medir el grado de asunción pot los autores hispanoamericanos y establecer la profundidad y posible sentido de las desviaciones textuales respecto de ese modelo, a la luz de sus contextos históricos y literarios de producción.

Una de las virtudes del estudio de Prendes consiste en el reconocimiento de las dificultades para definir el Naturalismo y delimitar sus alcances. Tanto en la discusión inicial sobre los fundamentos históricos y teóricos de la noción de Naturalismo, como en el desarrollo posterior del trabajo, en el que se determinan las variaciones conceptuales y textuales de esta tendencia en las distintas literaturas hispanoamericanas, afirma la imposibilidad de establecer límites rígidos para su vigencia y alcance.

En torno a este problema, discute las diversas definiciones de la crítica sobre la concepción naturalista, las relaciones del Naturalismo con el criollismo, sus deslindes con el realismo literario, sus oposiciones y coincidencias con el Modernismo. La confrontación de postulados críticos permite constatar que es más fácil identificar elementos naturalistas en las novelas, que dccidir cuáles novelas son--o no son--naturalistas. En este aspecto, particular complejidad revisten las transformaciones del texto narrativo naturalista bajo la influencia de espiritualismo simbolista del Modernismo.

Aporta a la complejidad del proceso histórico del Naturalismo en Hispanoamérica, la disparidad de su recepción en los distintos países. Prendes califica de "intermitente" su aparición dentro del conjunto de la region. Al tratar este punto, organiza la información disponible de modo que logra establecer contrastes y matices en las relaciones de las distintas sociedades con la tendencia naturalista: siempre polémica, pero con apreciables diferencias: la rapidez y radicalidad con que se le acoge en Argentina contrasta con la discontinuidad chilena, donde solo se puede hablar de una recepción consciente y generalizada del Naturalismo literario recién en el siglo XX, con la obra de Luis Orrego Luco, con ocasión del escandalo provocado en la aristocracia por el carácter de novela "en clave" de Casa grande. Si bien hay obras chilenas anteriores con caracteristicas plenamente naturalistas, como es el caso de El ideal de una esposa, de Vicente Grez, su repercusión social y literaria habría sido menor.

En México, la labor de Ignacio Manuel Altamirano por un realismo nacionalista en la literatura, y de Porfirio Díaz por establecer una norma cultural positivista, favorecen las condiciones para un proceso narrativo excepcional, que culmina en la obra de Federico Gamboa, como el más brillante de un conjunto de narradores que ven en el Naturalismo el fundamento para una literatura nacional. En otros países, en cambio, la recepción del Naturalismo es más tardía.


La más notoria desviación de la novela naturalista hispanoamericana respecto del modelo francés de Emile Zola reside en su constante trascendencia del determinismo materialista, esencial a la teoría de este autor, debido a una fuerte continuidad con el idealismo romántico. Esta característica facilitará su contaminación con el espiritualismo decadentista de fin de siglo y, en consecuencia, su aproximación a la estética modernista. A comprobar esta proposición destina Manuel Prendes el Capítulo 3, donde observa la permanencia, en la producción de los narradores naturalistas, de un conjunto de elementos románticos.

La función de la literatura y del escritor, en su opinión, es uno de los más importantes. Se apoya para esto en la distinción que hace Cedomil Goic entre la funcionalidad política de la literatura romántica y la cognoscitiva que concibe la naturalisla. Según este crítico, mientras el escritor romántico hispanoamericano se autoconcibe como un reformador social, el naturalista se ve a sí mismo como un sociólogo. Prendes propone que la función romántica de edificación social se prolonga en la novela naturalista, lo que se hace evidente, por ejemplo, en su desarrollo de la novela histórica, otra herencia del romanticismo, género en el que se manifiesta de modo privilegiado la finalidad de fundar una conciencia nacional.

La diferencia entre la novela naturalista y la romántica, señala, reside en su mayor rigor científico, documental y crítico para representar e interpretar los acontecimientos y tipos sociales; pero esto no impide que los contenidos moralizadores propios de la novela romántica continúen en la naturalista, con una construcción folletinesca del mundo y de la trama: los niveles sórdidos de la realidad trascienden el valor documental que les otorga el Naturalismo francés, para impactar emocionalmente al lector por medio de lo satírico o melodramático. Prendes ejemplifica, entre otros, con el caso de Naná, personaje vicioso por vocación personal, sin problemas de conciencia, y que contrasta con sus emuladoras hispanoamericanas como Santa o Juana Lucero, personajes que son portadores de un mensaje moral, al modo del romanticismo social de Víctor Hugo o Eugenio Sue.


Cuando se ocupa del nivel ideológico de la novela naturalista hispanoamericana, el autor relaciona estas caracteristicas edificantes y moralizantes con la tendencia utopista que atraviesa toda la novelística hispanoamericana del siglo XIX; y también con la pertenencia a la oligarquía de los escritores naturalistas, filiación que explica su falta de profundidad en la representación de las clases populares y la ausencia en su novelística de un cuestionamiento profundo a los órdenes sociales y sistemas valóricos tradicionales, que si bien pueden criticar ácidamente, nunca postulan reformar sus estructuras profundas.

En lo que respecta a las relaciones entre Naturalismo y Modernismo, señala como la sensibilidad espiritualista de fin de siglo, que se manifiesta en la segunda de estas tendencias, como una necesidad de trascender el positivismo cientificista, también se manifestó en buena parte de las más conocidas novelas naturalistas. El abandono y angustia de Andrés, el protagonista de la novela Sin rumbo, por ejemplo, expresa la insatisfacción del ciudadano de la gran metrópoli ante la falta de trascendencia espiritual del mundo moderno.

En el análisis de textos destaca la interpretación de las características narrativas de las novelas naturalistas como expresión de los postulados naturalistas. La necesidad de que el narrador domine el mundo con comprensión de científico conocedor de las leyes deterministas que sustentan el acontecer social, parece ser la razón de que ciertas técnicas narrativas, como el estilo indirecto libre, predominen por sobre los modos narrativos directos, como el diálogo. Por otra parte, sin embargo, demuestra que los narradores no son tan impasibles ni asumen una impersonalidad científica tan distante como supondría el modelo francés, lo que respondería a las diferencias de la novela hispanoamericana respecto de ese modelo y que la aproximan al Naturalismo español.

Cabe observar, sin embargo, que las características narrativas que el autor destaca en la novela naturalista en su mayor parte son reconocibles también en toda la novela del siglo XIX en general, sin corresponder necesariamente a esa tendencia.

En síntesis, se trata de un estudio serio y metódico sobre la novela naturalista hispanoamericana, que procura ubicarla en sus contextos europeos e hispanoamericanos. Se basa en una muestra de novelas variada y numerosa, que permite poner a prueba los postulados de la historia y la crítica literarias sobre esta tendencia en la narrativa hispanoamericana. Confronta textos novelísticos, para determinar las variables textuales de la novela naturalista hispanoamericana, y procura interpretar su sentido a la luz de sus contextos de producción y en especial de sus relaciones de concordancia o diferencia respecto del modelo de la novela experimental de Zola.

El resultado es una mirada interpretativa integradora del conjunto de ese movimiento en Hispanoamérica, basada en una lectura muy atenta de los textos de las novelas, y que deja abiertas nuevas posibilidades de investigación, en especial, sobre las reales delimitaciones de ese movimiento literario en los países hispanoamericanos.

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