En numerosos textos apocalípticos, Dios se manifiesta con gran indignación e ira, tanto contra humanos como contra ángeles. No pocos critican y repudian a este "Dios iracundo y violento". ¿Por qué se aíra Dios? ¿Entiende usted sus razones?
DAÑO AL PLANETA TIERRA
"Tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos... y de destruir a los que destruyen la tierra".
Apocalipsis 11:18
Texto debajo de la pintura superior. Daño al planeta Tierra. Una causa poderosa que hace a Dios airarse se descubre en Apocalipsis 11:18. ¡Daño al planeta Tierra! "Tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos... y de destruir a los que destruyen la tierra." Las personas incrédulas, impías, inmorales, despilfarras, antihigiénicas, explotadoras descuidadas de los recursos de la tierra, no solo manchan al planeta con sus vicios e inmoralidades sino también literalmente "destruyen la tierra".
La afean con sus acumulaciones de basura y chatarra. Contaminan su atmósfera, sus aguas dulces y los océanos. Eliminan sus bosques. "Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase" (Génesis 2:15). No solo desobedeció el hombre el mandato de Dios sobre no comer del "árbol de la ciencia del bien y del mal" sino que a través de los tiempos tampoco ha guardado la tierra según la encomienda de su Creador.
Las generaciones de la Edad Industrial, la cual comenzó a mediados del siglo diecinueve y continúa hasta el día de hoy, son las más culpables de no guardar la tierra. El daño que hacen multitudes a su hábitat terráqueo las primeras cuatro trompetas, de las siete trompetas apocalípticas, lo enfocan proféticamente mediante figuras retóricas vivas e inconfundibles (Apocalipsis 8:6-12).
Una panorámica que recoge varias profecías apocalípticas conforme a la visión del pintor. (Sugerencia para el maestro o predicador: identificar para el oyente los distintos elementos de esta pintura, trayendo explicaciones concisas y haciendo aplicaciones prácticas.)
a) A la izquierda, los siete ángeles con las siete trompetas. Como ya observáramos, las visiones y advertencias que proclaman las primeras cuatro trompetas anuncian mucho daño a la tierra: a sus bosques y hierba verde, a sus mares, a sus aguas dulces y a su atmósfera.
b) La visión de los cuatro caballos que salen cuando se abren los primeros cuatro sellos (Apocalipsis 6:1-8). La aparición del caballo negro del tercer sello señala hambrunas, escasez aguda y cuantiosas muertes a causa de la desnutrición. Estas tragedias las traen guerras, alteraciones del clima, agotamiento o destrucción de los terrenos cultivables, despilfarro de cosechas, consumismo desenfrenado, etcétera, fenómenos y abusos que a su vez "destruyen la tierra".
c) La ira de Dios cae sobre los hombres que rehúsan vivir en armonía con sus designios para el planeta Tierra y la raza humana. Él trae plagas sobre los seres humanos con el fin principal de lograr que se arrepientan, pero la inmensa mayoría no se arrepiente (Apocalipsis 9:13-21). Al contrario, siguen tercamente su trayectoria de obstinada rebeldía, blasfemando "el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria" (Apocalipsis 16:8-11).
d) El altar de incienso en el cielo. "Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto" (Apocalipsis 8:2-5). Esta escena figura en el preámbulo al toque de las siete trompetas. El "fuego" es simbólico de ira y castigo.
e) Armagedón. Haciendo muchos humanos tremendo daño al planeta Tierra, sin importarles las consecuencias a corto o largo plazo, efectivamente, se abanderizan con los que resisten a Dios, y todos estos enemigos de Dios se unen a finales del "poco de tiempo" para pelear contra él en el lugar llamado Armagedón (Apocalipsis 16:12-16). ¡Serán derrotados eternamente!
Otra situación que incita a Dios a la ira se resalta en Apocalipsis 14:9-10. ¡Infinidad de seres humanos se someten a poderes seculares y religiosos engañosos! "Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero..." (Apocalipsis 14:9-10). "Vino de la ira de Dios... vaciado puro en el cáliz de su ira..." ¡Ira candente! Lenguaje durísimo.
Castigo aterrador. "Atormentado con fuego y azufre..." Pero, Señor Dios, ¿por qué una ira tan concentrada y ardiente? Por la deslealtad del hombre y su descarada confabulación con los enemigos de la Deidad. Adorar a la bestia (el poder religioso engañado) y su imagen (el poder secular engañado y dominado por la falsa religión apóstata).
¡Aun recibir "en su frente o en su mano" la marca de la bestia! En vez de adorar al único Dios verdadero y recibir el sello de Espíritu Santo. ¡Inconcebible! ¡El colmo de insultos! Un desprecio sin paralelo. Sinónimo de aliarse con Satanás y los ángeles caídos. ¿Cómo pasar por alto Dios tan enorme afrenta? ¿Tan ridícula, absurda y necia decisión?
La bestia que sube del mar "tenía siete cabezas y diez cuernos; y en sus cuernos diez diademas" (Apocalipsis 13:1). Esta bestia simboliza a los poderes seculares engañados por Satanás y usados para sus propósitos malvados. Al sanarse la sexta cabeza (el Imperio Romano) de esta bestia, "se maravilló toda la tierra en pos de la bestia, y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella?" (Apocalipsis 13:3-4). Esta idolatría tan crasa y masiva provoca a celos al único Dios verdadero, encendiéndose su ira contra los humanos que la practican, adulando a la bestia y al dragón.
El "gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas..." Él es "la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero" (Apocalipsis 12:3-9). Este "gran dragón escarlata" también simboliza a los poderes seculares engañados y usados por Satanás en su empeño de llevar a los seres humanos, juntamente consigo mismo, a la perdición eterna.
Los hombres sumidos en ignorancia espiritual, perdidos en medio de las densas tinieblas de supersticiones y mitos, "adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia". ¿Cómo virar Dios la cara? ¿Por qué no llenarse de ira? Viendo a seres humanos creados a su imagen, a imagen de Dios, rechazar su imagen divina y rehacerse a imagen de Satanás. ¡Intolerable! ¡Insufrible!
La segunda bestia "que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón" (Apocalipsis 13:11). A diferencia de la primera bestia, la segunda simboliza a los poderes religiosos engañados.
La segunda bestia "hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres" (Apocalipsis 13:13). Se alude a "señales y prodigios mentirosos" (Apocalipsis 2:9) hechos por el hombre de pecado, lo mismo que la gran ramera o el falso profeta.
La segunda bestia "engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia, mandando a los moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia..." Estos moradores engañados obedecen a la segunda bestia, recibiendo luego "una marca en la mano derecha, o en la frente", la que los identifica como practicantes de la falsa religión idolátrica y satánica. ¿Cómo no encenderse el furor de Dios contra ellos? Lo han abandonado del todo. Se dejaron engañar. No sabían discernir entre señales auténticas y las señales mentirosas de religiosos aliados con poderes seculares bajo el dominio de Satanás. ¡Ay de ellos! El Dios que los dio vida, creándolos a su imagen, no es Dios blando, indiferente, tolerante de acciones traicioneras y oposición abierta a su voluntad. Su ira arde contra ellos, creciendo aún más cuando no se arrepienten pese a sus castigos encaminados a hacerlos recapacitar y arrepentirse.
Conclusión. ¿Rechazar el hombre a Dios, acusándolo de “iracundo y violento”? Se atreve a proferir semejante acusación solo la persona carente de perspectivas bíblicas y reales.
Que no entiende al Dios de Apocalipsis por no haber estudiado suficientemente las Sagradas Escrituras. Persona cuyo sentido de justicia lo distorsionan conceptos flojos, mundanos y prejuiciados de lo que es correcto, razonable, aceptable o tolerable en el ser humano a la luz de revelaciones divinas. Semejante acusación la concebimos como un subterfugio psicológico subliminal hecho para evadir sujetarse a la voluntad de Dios.
“No voy a ninguna iglesia, no escucho a ningún predicador del evangelio, no sigo a Dios, porque el Dios de la Biblia, específicamente él de Apocalipsis, es un Dios iracundo y violento.” Pero, el que pronuncia parecida declaración, ¿ha hecho un esfuerzo grande para comprender la ira de Dios? Si no, sus palabras hay que catalogarlas de huecas, y su argumento se torna mera porfía. Por su insinceridad y vagancia espiritual tal persona también se convierte en blanco de la ira divina.
DAÑO AL PLANETA TIERRA
"Tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos... y de destruir a los que destruyen la tierra".
Apocalipsis 11:18
Texto debajo de la pintura superior. Daño al planeta Tierra. Una causa poderosa que hace a Dios airarse se descubre en Apocalipsis 11:18. ¡Daño al planeta Tierra! "Tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos... y de destruir a los que destruyen la tierra." Las personas incrédulas, impías, inmorales, despilfarras, antihigiénicas, explotadoras descuidadas de los recursos de la tierra, no solo manchan al planeta con sus vicios e inmoralidades sino también literalmente "destruyen la tierra".
La afean con sus acumulaciones de basura y chatarra. Contaminan su atmósfera, sus aguas dulces y los océanos. Eliminan sus bosques. "Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase" (Génesis 2:15). No solo desobedeció el hombre el mandato de Dios sobre no comer del "árbol de la ciencia del bien y del mal" sino que a través de los tiempos tampoco ha guardado la tierra según la encomienda de su Creador.
Las generaciones de la Edad Industrial, la cual comenzó a mediados del siglo diecinueve y continúa hasta el día de hoy, son las más culpables de no guardar la tierra. El daño que hacen multitudes a su hábitat terráqueo las primeras cuatro trompetas, de las siete trompetas apocalípticas, lo enfocan proféticamente mediante figuras retóricas vivas e inconfundibles (Apocalipsis 8:6-12).
Una panorámica que recoge varias profecías apocalípticas conforme a la visión del pintor. (Sugerencia para el maestro o predicador: identificar para el oyente los distintos elementos de esta pintura, trayendo explicaciones concisas y haciendo aplicaciones prácticas.)
a) A la izquierda, los siete ángeles con las siete trompetas. Como ya observáramos, las visiones y advertencias que proclaman las primeras cuatro trompetas anuncian mucho daño a la tierra: a sus bosques y hierba verde, a sus mares, a sus aguas dulces y a su atmósfera.
b) La visión de los cuatro caballos que salen cuando se abren los primeros cuatro sellos (Apocalipsis 6:1-8). La aparición del caballo negro del tercer sello señala hambrunas, escasez aguda y cuantiosas muertes a causa de la desnutrición. Estas tragedias las traen guerras, alteraciones del clima, agotamiento o destrucción de los terrenos cultivables, despilfarro de cosechas, consumismo desenfrenado, etcétera, fenómenos y abusos que a su vez "destruyen la tierra".
c) La ira de Dios cae sobre los hombres que rehúsan vivir en armonía con sus designios para el planeta Tierra y la raza humana. Él trae plagas sobre los seres humanos con el fin principal de lograr que se arrepientan, pero la inmensa mayoría no se arrepiente (Apocalipsis 9:13-21). Al contrario, siguen tercamente su trayectoria de obstinada rebeldía, blasfemando "el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria" (Apocalipsis 16:8-11).
d) El altar de incienso en el cielo. "Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto" (Apocalipsis 8:2-5). Esta escena figura en el preámbulo al toque de las siete trompetas. El "fuego" es simbólico de ira y castigo.
e) Armagedón. Haciendo muchos humanos tremendo daño al planeta Tierra, sin importarles las consecuencias a corto o largo plazo, efectivamente, se abanderizan con los que resisten a Dios, y todos estos enemigos de Dios se unen a finales del "poco de tiempo" para pelear contra él en el lugar llamado Armagedón (Apocalipsis 16:12-16). ¡Serán derrotados eternamente!
Otra situación que incita a Dios a la ira se resalta en Apocalipsis 14:9-10. ¡Infinidad de seres humanos se someten a poderes seculares y religiosos engañosos! "Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero..." (Apocalipsis 14:9-10). "Vino de la ira de Dios... vaciado puro en el cáliz de su ira..." ¡Ira candente! Lenguaje durísimo.
Castigo aterrador. "Atormentado con fuego y azufre..." Pero, Señor Dios, ¿por qué una ira tan concentrada y ardiente? Por la deslealtad del hombre y su descarada confabulación con los enemigos de la Deidad. Adorar a la bestia (el poder religioso engañado) y su imagen (el poder secular engañado y dominado por la falsa religión apóstata).
¡Aun recibir "en su frente o en su mano" la marca de la bestia! En vez de adorar al único Dios verdadero y recibir el sello de Espíritu Santo. ¡Inconcebible! ¡El colmo de insultos! Un desprecio sin paralelo. Sinónimo de aliarse con Satanás y los ángeles caídos. ¿Cómo pasar por alto Dios tan enorme afrenta? ¿Tan ridícula, absurda y necia decisión?
La bestia que sube del mar "tenía siete cabezas y diez cuernos; y en sus cuernos diez diademas" (Apocalipsis 13:1). Esta bestia simboliza a los poderes seculares engañados por Satanás y usados para sus propósitos malvados. Al sanarse la sexta cabeza (el Imperio Romano) de esta bestia, "se maravilló toda la tierra en pos de la bestia, y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella?" (Apocalipsis 13:3-4). Esta idolatría tan crasa y masiva provoca a celos al único Dios verdadero, encendiéndose su ira contra los humanos que la practican, adulando a la bestia y al dragón.
El "gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas..." Él es "la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero" (Apocalipsis 12:3-9). Este "gran dragón escarlata" también simboliza a los poderes seculares engañados y usados por Satanás en su empeño de llevar a los seres humanos, juntamente consigo mismo, a la perdición eterna.
Los hombres sumidos en ignorancia espiritual, perdidos en medio de las densas tinieblas de supersticiones y mitos, "adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia". ¿Cómo virar Dios la cara? ¿Por qué no llenarse de ira? Viendo a seres humanos creados a su imagen, a imagen de Dios, rechazar su imagen divina y rehacerse a imagen de Satanás. ¡Intolerable! ¡Insufrible!
La segunda bestia "que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón" (Apocalipsis 13:11). A diferencia de la primera bestia, la segunda simboliza a los poderes religiosos engañados.
La segunda bestia "hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres" (Apocalipsis 13:13). Se alude a "señales y prodigios mentirosos" (Apocalipsis 2:9) hechos por el hombre de pecado, lo mismo que la gran ramera o el falso profeta.
La segunda bestia "engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia, mandando a los moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia..." Estos moradores engañados obedecen a la segunda bestia, recibiendo luego "una marca en la mano derecha, o en la frente", la que los identifica como practicantes de la falsa religión idolátrica y satánica. ¿Cómo no encenderse el furor de Dios contra ellos? Lo han abandonado del todo. Se dejaron engañar. No sabían discernir entre señales auténticas y las señales mentirosas de religiosos aliados con poderes seculares bajo el dominio de Satanás. ¡Ay de ellos! El Dios que los dio vida, creándolos a su imagen, no es Dios blando, indiferente, tolerante de acciones traicioneras y oposición abierta a su voluntad. Su ira arde contra ellos, creciendo aún más cuando no se arrepienten pese a sus castigos encaminados a hacerlos recapacitar y arrepentirse.
Conclusión. ¿Rechazar el hombre a Dios, acusándolo de “iracundo y violento”? Se atreve a proferir semejante acusación solo la persona carente de perspectivas bíblicas y reales.
Que no entiende al Dios de Apocalipsis por no haber estudiado suficientemente las Sagradas Escrituras. Persona cuyo sentido de justicia lo distorsionan conceptos flojos, mundanos y prejuiciados de lo que es correcto, razonable, aceptable o tolerable en el ser humano a la luz de revelaciones divinas. Semejante acusación la concebimos como un subterfugio psicológico subliminal hecho para evadir sujetarse a la voluntad de Dios.
“No voy a ninguna iglesia, no escucho a ningún predicador del evangelio, no sigo a Dios, porque el Dios de la Biblia, específicamente él de Apocalipsis, es un Dios iracundo y violento.” Pero, el que pronuncia parecida declaración, ¿ha hecho un esfuerzo grande para comprender la ira de Dios? Si no, sus palabras hay que catalogarlas de huecas, y su argumento se torna mera porfía. Por su insinceridad y vagancia espiritual tal persona también se convierte en blanco de la ira divina.
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