lunes, 22 de marzo de 2010

LA GRACIA DE DIOS

Nuestro tema de hoy es la Gracia

GALATAS.2:21

No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.

Muchas personas saben sobre la gracia. Usted incluso podría ser capaz de definir la gracia como “el favor inmerecido de Dios”.

¿Pero ¿qué significa eso realmente? ¿Entiende usted lo que está diciendo cuando usa la palabra gracia?
Por ejemplo, Muchísimas personas han escuchado el canto Maravillosa Gracia, ellos incluso conocen la letra, pero ¿realmente entienden de lo que se trata? Francamente, yo dudo que todos lo sepan.

La razón porque la gracia es tan impresionante es porque está más allá de la comprensión humana.

Pero básicamente, de lo que estamos hablando es de las maravillosas cosas que Dios hace por nosotros, simplemente porque nos ama. No tiene nada que ver con nuestros méritos, nuestra bondad o nuestra justicia. Tiene solo que ver con su amor para con nosotros. Recuerde que la Biblia dice: “siendo todos nosotros pecadores, Cristo murió por nosotros”. ¡Que ejemplo de gracia!.

Pero ¿qué significa eso realmente? ¿Entiende usted lo que está diciendo cuando usa la palabra gracia?
Por ejemplo, Muchísimas personas han escuchado el canto Maravillosa Gracia, ellos incluso conocen la letra, pero
¿realmente entienden de lo que se trata? Francamente, yo dudo que todos lo sepan.

Y cada hombre y mujer, niño o niña nacidos de la raza de Adán tiene la misma libertad para escoger. “Escojan este día a quien servirán.” Fue el reto que Josué les dio a los hijos de Israel. “Pero yo y mi casa serviremos a Jehová.”
Usted y yo tenemos la misma libertad y poder para elegir, sea que aceptemos la impresionante gracia de Dios y ser salvados o sirvamos a los dioses de este mundo.

Usted puede que haya quitado cualquier estorbo a la gracia de Dios en su vida, y le permita a él mostrarle su maravilloso, impresionante e inmerecido favor:

Yo recuerdo el primer lanzamiento al espacio del trasbordador Columbia. Ahora estamos tan acostumbrados a ello que nos parece algo rutinario. Difícilmente alguien le pone atención a los lanzamientos espaciales hoy en día. Pero en el principio, no era así. Algunos han concebido la idea de un vehículo espacial re-usable que pueda ser disparado al espacio y luego volar de regreso a la tierra como cualquier aeroplano, o más técnicamente, como un planeador. Incuestionablemente, las mejores mentes del campo de la ciencia y la tecnología en todo el mundo estuvieron concentradas en este proyecto. Un ejército de 130 mil técnicos tenían responsabilidades en el proyecto en un amplio rango de programas. Su costo multiplicó en billones de dólares para la investigación y desarrollo. Sesiones de práctica habían sido completadas. Los astronautas eran de entre un grupo de los más selectos adultos americanos calificados, físicamente adaptados y mentalmente capacitados – luego entrenados hasta el tope de la pre-eficiencia. Cada paso había sido dado con precisión y cuidado. Los cohetes, energizados con más de siete millones de libras de potencia, fueron encendidos y listos para despegar. Ellos podían fácilmente levantar las 65 mil libras de complicados equipos técnicos hacia la órbita terrestre. Los años de estudio, trabajo, experimentación e inversión llegaron por fin a los segundos finales. Las cámaras de televisión estaban listas para capturar este evento que marcaba la historia. Los ojos de todo el mundo estaban enfocados en un punto en Florida. Esperamos con agitada respiración, y entonces, en solo un segundo antes del lanzamiento, todo se detuvo. El malfuncionamiento de una computadora interrumpió el proceso y el vuelo no pudo ser hecho. Todo lo necesario para el éxito estaba allí, el cohete, el combustible, los hombres, los expertos, el conocimiento, el poder – todo estaba allí. Pero una simple, casi insignificante parte que no cumplió su rol designado, frustró el proceso totalmente.

Dios ha hecho todo lo necesario para proveer salvación para todos los hombres. El ha usado su poder y sabiduría para planear una forma por la medio de la cual todos podamos ser salvos. Luego trajo la salvación por medio de la gracia, a través de la muerte de Cristo en la cruz. Pero incluso la abundante gracia de Dios puede ser frustrada – puesta de lado por el mal funcionamiento voluntario del hombre pecador. Juan dice, hablando de Jesús “A los suyos vino, y los suyos no le recibieron. Pero a aquellos que le recibieron, a ellos les dio el poder de convertirse en hijos de Dios, a todos aquellos que creyeron en su nombre.” (Juan 1:11-12). No frustre la gracia de Dios en su vida. Acepte ahora mismo lo que Dios le quiere dar sólo por su gracia: La Salvación y el perdón eterno.

Casi siempre, al iniciar estudios teológicos, cuando se inicia en el estudio del Nuevo Testamento en griego, el estudiante de la Biblia aprende las dos diferentes palabras traducidas para “Los suyos” que se hayan en Juan, hablando de Jesús: “A los suyos vino, y los suyos no le recibieron. Pero a aquellos que le recibieron, a ellos les dio el poder de convertirse en hijos de Dios, a todos aquellos que creyeron en su nombre.” (Juan 1:11-12).

Primero, esas palabras significan que “El vino a las cosas que eran suyas” todo lo que hizo en su creación; pero sus propios hombres, o su pueblo, no le recibieron. Nadie podía rechazar la venida de Jesús, el creador, excepto la criatura a la cual le había dado libre voluntad. Isaías, el profeta, dice: “Despreciado y rechazado por los hombres…” (Isa. 53:3). Su gracia fue frustrada por aquellos que lo rechazaron, quienes rechazaron sus salvación.

¿Puede el hombre frustrar la voluntad de Dios?
La respuesta podría ser difícil, aunque muchos llegarían a ella rápidamente diciendo que no es posible. La pregunta en todo caso, sigue siendo interesante. Así que vamos a formularla otra vez a fin de intentar una respuesta:
¿Qué es ser frustrado por la voluntad del hombre?

Lo primero que diré gentil es que, ES POSIBLE FRUSTRAR LA FUNCION DE LA GRACIA DE DIOS. Entonces, ¿cuál es la función de la gracia? ¿Cuál es su propósito? En Gálatas 2:16 Pablo ha dicho: “Sin embargo, al reconocer que nadie es justificado por las obras que demanda la ley sino por la fe en Jesucristo, también nosotros hemos puesto nuestra fe en Cristo Jesús, para ser justificados por la fe en Él y no por las obras de la ley; porque por éstas nadie será justificado.” A Tito Pablo también le escribió sobre el tema diciéndole: “La gracia de Dios que trae salvación ha llegado para todos los hombres.” (Ver Tito 2:11).

El punto general de la carta de Pablo a los Gálatas es ¿Cómo ser salvos? ¿a través de la ley?, ¿a través de las obras hechas en la carne?, ¿o es por medio de la gracia del Todopoderoso Dios? En el capitulo 3, el apóstol hace esta pregunta: “Solo quiero que me respondan esto: ¿Recibieron el Espíritu por las obras que demanda la ley, o por la fe con que aceptaron el mensaje? ¿Tan torpes son? Después de haber comenzado con el Espíritu, ¿pretenden ahora perfeccionarse con esfuerzos humanos?”. (Gal. 3:2-3).

La gracia de Dios, entonces, es para salvarnos de la culpa de nuestros pecados pasados al ser justificados en Cristo. Pablo tiene algo de esta misma discusión con los cristianos en Roma. En el capitulo 3 de su carta a ellos, dice: “Por tanto, nadie será justificado en presencia de Dios por hacer las obras que exige la ley; mas bien, mediante la ley cobramos conciencia de pecado… pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios.” (Rom. 3:20,23). Cuando usted y yo quebrantamos la ley de Dios, la ley no nos exonera, sino que nos condena. La ley es la razón por la que sentimos culpa. Usted viola la ley de Dios y su conocimiento de la ley le condena.

Sólo ocasionalmente, me he encontrado con personas quienes proclaman no haber violado nunca la ley de Dios. Yo recuerdo a un amigo diciéndome acerca de una conversación con su barbero un día acerca de su pecado y su necesidad de ser salvo. El barbero insistió en que nunca había pecado. Ahora, la Biblia dice: “si decimos que no hemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros, y si decimos que no hemos pecado, hacemos a Dios mentiroso.” (Ver 1 Juan 1:8,10). Eso no significa que Dios es mentiroso, sino que usted es culpable de llamar a Dios mentiroso. El dice que usted ha pecado, pero usted dice que no lo ha hecho. Usted está acusando a Dios de no decir la verdad. Este barbero insistió en que nunca había pecado, y mi amigo insistió, tomando en cuenta lo que la Biblia dice, que si lo había hecho.

Finalmente, el barbero se puso tan enojado con esta situación, que agitando la navaja en la cara de mi amigo, le gritó: “No vuelvas a decirme nunca más que yo he pecado.” Bien, probablemente usted no lo confiese de esa forma. Pero usted ha pecado y lo sabe. Usted es culpable ante Dios, y esa culpa cuelga como una soga alrededor de su cuello.

¿Cómo puede usted deshacerse de ella? ¿Apelando a la ley? ¡NO! Fue la ley quien lo condenó en primer lugar. Fue el conocer la ley lo que lo hizo a usted culpable. Si usted se niega a cumplir la ley, usted estará añadiendo culpa sobre culpa. Pablo dijo, que somos “gratuitamente justificados por su gracia a través de la redención que es en Cristo Jesús.” (Rom. 3:24) A los Efesios, Pablo dice: “Porque por gracia, ustedes han sido salvados mediante la fe, y esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras para que nadie se glorie.” (Efe.2:8-9).

¿Está listo para reconocer que sí es pecador?

Puede ser que usted no se sienta tan malo, y tendrá sus razones, pero delante de Dios el pecador es pecador sea malo o medianamente malo de acuerdo a nuestras medidas. Y la condición pecaminosa, cualquiera que ésta sea, tiene el suficiente poder para condenarle. Y sólo Dios puede librarle de la condenación por su gracia. Repitamos lo que dijo Pablo: “Por gracias son salvos, por medio de la fe, y esto no de ustedes, pues es un don de Dios, no por obras para que nadie se jacte”. Así que sólo tiene, que estirar su mano por la fe para recibir la gracia salvadora.

A fin de que el regalo de Dios, sea un regalo, este debe ser gratuito. No puede ser ganado o comprado. “No fuimos redimidos con cosas corruptibles, como oro o plata,” escribió el Apóstol Pedro, “sino con la preciosa sangre de Cristo.” (Ver 1Ped. 1:18,19). Muchas personas tratan de comprar su justificación. Más de una ofrenda ha sido depositada en las recolectas de la iglesia y más de una ofrenda ha sido enviada a algún ministerio como el nuestro, que ha sido hecha por alguien intentando pagar por una buena imagen ante Dios.

Muchas personas intentan, a través de las buenas obras, ganar una buena relación con Dios. Ellos creen que pueden llegar al cielo si hacen suficientes cosas buenas. Algunas personas ven a Dios como la estatua ciega de la justicia sosteniendo la balanza en sus manos. Todos los pecados de su vida están puestos en un lado de la escala. Todas las buenas obras son puestas en contrapeso del otro lado, y si ellas pueden de alguna manera inclinar la escala a su favor haciendo más bien que mal, ellos creen que habrán ganado un lugar en el cielo.

Ahora bien, no me malinterprete. Es algo maravilloso hacer buenas obras. Usted debe ser amable y generoso, ayudador y considerado con sus vecinos. Cada buena acción vale la pena. Pero usted nunca hará lo suficientemente bueno para satisfacer la justicia de Dios. En realidad, la justicia que viene a través de la propia bondad es considerada como nada más que trapos inmundos a la vista de Dios. La demanda de Dios es perfección, y a fin de entrar al reino celestial a través de la puerta de las buenas obras, usted debe ser absolutamente perfecto. Pero usted no puede serlo. Usted ha pecado. Usted ya es menos que perfecto. Usted sólo puede ser justificado ante Dios a través de la aceptación de su regalo gratuito, el cual viene por la gracia.

La gracia de Dios no sólo lo justifica ante él y lo libra de la culpa de sus pecados pasados, su gracia también obra para mantenerlo libre de los pecados futuros. “Ahora bien, cuando buscamos ser justificados por Cristo, se hace evidente que nosotros mismos somos pecadores. ¿Quiere decir esto que Cristo está al servicio del pecado? ¡De ninguna manera! Si uno vuelve a edificar lo que antes había destruido, se hace trasgresor.” (Gal. 2:17-18). La gracia del todopoderoso Dios puede librarnos del dominio del pecado. Pablo dijo, en Romanos 6:22, “Pero ahora que han sido liberados del pecado y se han puesto al servicio de Dios, cosechan la santidad que conduce a la vida eterna.”

Me gustaría preguntarle hoy, ¿existe algún pecado el cual está controlando su vida? ¿Existe algún mal habito que usted no ha sido capaz de romper? ¿Existe alguna tentación que usted no puede resistir? Si es así, usted está frustrando la gracia de Dios en su vida. Yo conozco a muchas personas que están siendo controlados por sus pecados, sus hábitos. No son felices con ellos mismos y no están en paz con Dios. El apóstol Pablo los describe gráficamente en el capítulo siete de su carta a los Romanos. Lea este capítulo y vea si también lo describe a usted. “De hecho no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. Y si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien lo hace sino el pecado que habita en mí. Así que descubro esta ley: que cuando quiero hacer el bien, me acompaña el mal.” (Rom- 7:19-21).

¿Es esa su ilustración hoy? Usted quiere ser bueno. Usted quiere que su vida demuestre la justicia de la cual la Biblia le habla. Usted quiere que las personas piensen bien de usted, y usted quiere que Dios esté complacido con usted. Pero cada vez que intenta romper los viejos hábitos del pecado, algo lo empuja a hacerlo de nuevo. Pablo clamó en su miseria, “¡soy un pobre miserable! ¿Quién me librará de este cuerpo mortal? Y la respuesta a su pregunta, “¡Gracias a Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo!... Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.” (Rom. 7:24-8:2).

La gracia de Dios ha venido para mostrarle que existe liberación del poder de dominación del pecado. Pero usted frustra la gracia de Dios cuando usted persiste en la vieja vida de pecado. "Si uno vuelve a edificar lo que antes había destruido, se hace trasgresor.” (Gal. 2:18). No frustre la función de la gracia de Dios.
TAMBIEN ES POSIBLE FRUSTRAR LA FUERZA DE LA GRACIA DE DIOS. La gracia de Dios se hace funcional a través de la muerte de Jesucristo en el Calvario. Y, ella se hace operativa en nosotros a través de nuestra asociación con él en su muerte. “Con Cristo estoy juntamente crucificado,” dijo Pablo “y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mi.” (Gal. 2:20).

Jesús enseñó que la auto justificación y la auto voluntad son los más grandes obstáculos para la operación de la gracia de Dios en nuestras vidas. El dijo: “Porque les digo a ustedes, que no van a entrar en el reino de los cielos a menos que su justicia supere a la de los fariseos y de los maestros de la ley.” (Ver Mateo 5:20) y ¿Cuál era la justicia de los fariseos y escribas? Era su auto justicia. Ella venía por el cumplimiento de la ley y enalteciéndose a si mismos por sus buenas obras. Jesús dijo a los escribas fariseos, “Los publicanos y prostitutas entraran al Reino antes que ustedes”.

Esto podría sonar extraño para muchas personas. ¿Por qué Jesús diría que los publicanos y las rameras, lo ultimo de los pecadores, mujeres de la calle, entrarían al Reino antes que los respetables y altos hombres religiosos? Para poner eso en leguaje moderno, él está diciendo que los borrachos y las prostitutas entrarán primero al reino antes que algunos ministros y miembros de iglesia – aquellos que están preocupados por el desempeño de sus deberes religiosos. ¿Por qué? Porque el sabe que aquellos que sólo descansan sobre su propia bondad, a través de su propia justicia, frustran, o apartan, y nulifican la operación de la gracia de Dios en sus vidas.

¿Recuerda usted la descripción en el capitulo 18 de Lucas de los dos hombres que fueron al templo a orar? Uno se paró orgullosamente y miró hacia el cielo y dijo, “Dios, te agradezco porque no soy como los otros hombres, extorsionistas, injustos, adúlteros ni siquiera como este publicano”. Lo que realmente estaba diciendo es, yo no soy un pecador como los demás. Entonces comenzó a enlistar sus obras justas, “ayuno dos veces por semana, y doy la décima parte de todo lo que recibo.” (Lucas 18:11). Pero el otro hombre ni siquiera levantaba su cabeza. Él había pecado y lo sabía. Él estaba avergonzado de sus pecados y penitente. “Oh Dios, ten compasión de mi pecador,” suplicaba. Y Jesús dijo: “… este y no aquel volvió a su casa justificado por Dios.” (Lucas 18:13-14).

La fuerza de la gracia de Dios es el poder de crucificar al viejo hombre y resucitar a un nuevo hombre en Cristo. Pablo dijo: “¿Acaso ustedes no saben, que todos los que fuimos bautizados para unirnos con Cristo Jesús, en realidad fuimos bautizados para participar en su muerte? Por tanto, mediante el bautismo fuimos sepultados con Él en su muerte, a fin de que, así como Cristo resucitó por el poder del Padre, también nosotros llevemos una vida nueva.” (Rom. 6:3-4). Yo he conocido a muchos hombres quienes estuvieron dispuestos a ser crucificados con Cristo, y el poder de la gracia de Dios comenzó a obrar en sus vidas hasta que ellos llegaron a ser nuevas personas. “si alguno está en Cristo, nueva criatura es, todas las cosas viejas pasaron, y he aquí todo es hecho nuevo.” (2 Cor. 5:17).

San Agustín, fue uno de los más grandes teólogos de todos los tiempos. Pero él había sido un rebelde, intemperante e inmoral de joven. A pesar de las plegarias y oraciones de su madre, el empeoraba en vez de mejorar. Pero un día él tuvo un encuentro personal con Jesucristo, y su vida fue transformada. Su desasosiego y práctica del pecado desaparecieron.

John Newton fue un mercader de esclavos de la costa oeste de África. Un día una tormenta en el mar lo forzó a enfrentarse con Jesucristo. El regresó a Inglaterra y se convirtió en clérigo anglicano. El escribió gran número de himnos. Uno de los más conocidos y amados es “Maravillosa Gracia, cuan dulce es el sonido que salvó a un perdido como yo, yo una vez estuve perdido, pero ahora encontrado soy, estaba ciego pero ahora veo.” El poder de la gracia de Dios se hizo efectivo en él. El viejo John Newton murió, crucificado con Cristo, y un nuevo John Newton vivió con Cristo viviendo en Él. Jesús dijo, “El que pierda su vida por causa de mi, la hallará.” (Mat. 10:39).

Ahora bien, ¿cuál es el último aspecto de la gracia que el hombre logra frustrar?
TAMBIEN ES POSIBLE FRUSTRAR LA GRACIA FUTURA DE DIOS. Note lo que nos dice lo siguiente: “Si la justificación llegara por la ley, entonces Cristo murió en vano.” (Gal. 2:21), esto lo dijo Pablo. Si usted es salvado por algún otro medio, el Calvario fue entonces un garrafal error. “No por obras de justicia que hayamos hecho,” le escribió Pablo a Tito, “sino por Su sola misericordia Él nos salvó…. Que siendo justificados por su gracia, somos hechos herederos de la esperanza de vida eterna.” (Tito 3:5) “…así como reinó el pecado en la muerte, reine también la gracia que nos trae justificación y vida eterna por medio de Jesucristo Nuestro Señor.” (Rom. 5:21).

Gracia significa favor no merecido. No existe un precio el cual usted pueda pagar ni obra que usted pueda hacer que pueda ganar o merecer la vida eterna. Pero Dios, a través de su misericordia, la ha hecho disponible. “No inutilizo la gracia de Dios”, dijo Pablo. No descarte la gracia de Dios. No anule el obrar de su gracia en su vida. No permita que su voluntad lleve la operación de la divina gracia a un sitio de espera.

El profeta Isaías habla acerca de la nación de Israel frustrando la gracia de Dios. En el capitulo cinco, el dijo: “Cantaré en nombre de mi amigo querido una canción dedicada a su viña. Mi amigo querido tenía una viña en una ladera fértil. La cavó, la limpió de piedras y la plantó con las mejores cepas. Edificó una torre en medio de ella y además preparó un lagar. Él esperaba que diera buenas uvas, pero acabó dando uvas agrias. Y ahora, hombres de Judá, habitantes de Jerusalén, juzguen entre mi viña y yo. ¿Qué más se podría hacer por mi viña que yo no lo haya hecho? Yo esperaba que diera buenas uvas; ¿Por qué dio uvas agrias?”. (Isaías 5:1-4).

Esta es una ilustración de las escrituras de lo que estoy hablando hoy. Todo lo que podía haber sido hecho, fue hecho. Dios planeo el camino de la salvación. El hizo posible el perdón de nuestros pecados pasados. El proveyó el poder a través de la muerte de Cristo, para transformarlo a usted en una nueva persona, libre de los efectos del pecado, y él ha planeado y provisto igualmente una eternidad donde no habrá mas pecado. ¿Qué más puede hacer él que deba ser hecho? Pero algunos frustran la gracia de Dios. Todos sus planes y propósitos, son llevados a nada, por causa de la tenaz autosuficiencia, egoísmo, auto justificación que no accede a ser crucificada con Cristo.

Me pregunto acerca de usted, hoy. ¿Está la gracia de Dios siendo frustrada o cumplida en su vida? Quizás usted ha escuchado cantar MARAVILLOSA GRACIA muchas veces en su vida, usted lo ha disfrutado como canto, pero ¿usted sabe realmente lo que significa cuando dice “Maravillosa Gracia, cuan dulce es el sonido que salvó a un perdido como yo, yo una vez estuve perdido, pero ahora encontrado soy, estaba ciego pero ahora veo.” Yo recibí una carta de un oyente que decía, “Sus predicas siempre están hablando acerca de ser salvo. ¿Salvo de qué? Existen muchas personas quienes no entienden la terminología de la Biblia cuando se habla de ser salvo. Quizás estemos más familiarizados con el termino ´nacer de nuevo´.” Lo que usted necesita saber es que sus pecados han sido resueltos. La culpa y la contaminación, el hábito y el castigo de sus pecados han sido quitados. La Biblia dice: “Por gracia somos salvos, por medio de la fe, y no por nosotros mismos, es un regalo de Dios, no por obras para que nadie se gloríe.” (Efe. 2:8).

¿Ha sido usted gratuitamente justificado por Su gracia? ¿Está confiando en Él, en este momento como su salvador? O ¿continúa usted confiando en sus propias bondades? ¿Sus buenas obras? ¿Su membresía en la iglesia? Nada de eso lo salvará a usted. De hecho, confiando en cualquiera de esas cosas usted nulificará la gracia de Dios.

¿Ha sido usted librado del dominio del pecado? ¿Está usted en disposición de identificarse en la crucifixión de Cristo a fin de que puede también vivir con Él en un nuevo plano? No frustre la gracia de Dios. No permita que la muerte de Cristo sea vana.

Oremos:

Oh Dios, nuestro Padre Celestial, como agradecerte hoy por tu maravillosa gracia, gracia que es más grande que todos nuestros pecados. Gracias Señor por la provisión de un camino por el que podemos ser salvos de nuestros pecados. Salvados del pecado de la corrupción, del poder del pecado y del castigo del pecado. Tu palabra nos dice que donde abunda el pecado, sobreabundará la gracia. Que tu gracia obre libremente en cada vida hoy. Justifícanos, renuévanos, y guárdanos para la vida eterna. Oramos en el nombre de Jesús. Amen.

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