
Según la leyenda, Las Amazonas se encontraban en guerra con Teseo (rey de Atenas e hijo de Etra y Egeo). Al detenerse en cercanías de la costa Lidia para orar a Artemisa (Diana, para los romanos), la diosa de la caza. Allí erigen una imagen de la diosa, danzando a su alrededor y realizando sacrificios.
Según Pausanias, en aquel lugar ya existía un templo fundado por Coreso y Efeso (de quien tomaría nombre la ciudad). Aunque esto no sería más que un pequeño santuario. Ya en el siglo VI a. c. se levanta un imponente templo sobre el santuario. Se erige en Efeso, ciudad situada a orillas del mar Jónico y una de las 12 ciudades de Jonia, cerca de la actual Izmir, en Turquía. Efeso fue fundada, probablemente, en el siglo XXI a.c. Se estima que en el siglo II a.c. la ciudad tenía una población de 225.000 habitantes y compartía con Antioquía de Siria y Alejandría (en Egipto) el honor de ser una de las ciudades más importantes del mundo oriental del Imperio Romano.
Efeso adquiere renombre gracias al Templo de Artemisa, el cual se encontraba en una región próspera por donde cruzaban viajeros y mercaderes de toda el Asia Menor. Era un símbolo de fe para mucha gente y fue influenciado por varias creencias. Recibe, también, el nombre de Templo de Creso (Rey y principal benefactor del templo). Fue Creso quien llevó a cabo una suscripción pública, reuniendo fondos para construir el templo nuevo, ya que el anterior fue destrido por los sumerios en el siglo VII a. c. Creso era un amante del arte y protector de artistas y científicos. Cabe mencionar que el mismo Esopo pasó por su corte.
El rey estaba maravillado por las Pirámides y quiso construir un templo igual de monumental que estas colosales estructuras. Los constructores del antiguo templo fueron Peonio y Demetrio. Creso contrata a Escopas para que se ocupe de las esculturas que adornarían el templo y al arquitecto griego Quersifrón para que se ocupe del templo. Este estaba constituido por 127 columnas de 20 metros de alto, algo casi impensable para la época. Se cree que la construcción del mismo tardaría unos 120 años, lo que nos hace pensar que las manos de más de un arquitecto pasarían por allí. El templo fue terminado por Metágenes, hijo de Quersifrón, con ayuda de Teodoro (arquitecto del templo de Hera en Samos).

Veinte años después del suceso Alejandro Magno pasó por Efeso. Al ver las ruinas del templo se interesó por él. Al saber que la destrucción del templo ocurrió el mismo día en que él nació (21 de julio del año 356 a.c.) vio en ello una señal y se dispuso a colaborar, aunque los efesios declinaron su oferta. Designó para el proyecto a Dinócrates, quien realizó mediciones para la fundación de Alejandría en Egipto. Sin embargo, el templo fue restaurado tras la muerte de Alejandro, acaecida en el año 323 a.c. Pero, una vez más, el templo sería arrasado. Esta vez serían los Godos en tiempos del emperador Galieno, en el año 262. Para esos tiempos la mayoría de los efesios se convirtieron al cristianismos y el templo perdió su interés religioso. Los restos del templo fueron derribados y los materiales fueron reutilizados para otras construcciones.
Durante los años 1863 y 1864 J. T. Word (ingeniero inglés) hizo excavaciones en Efeso por cuenta del Museo Británico. Su meta era encontrar el Templo de Artemisa. Después de varios años de búsqueda y de haber removido más de 100.000 metros cúbicos de tierra logró su cometido, aunque sólo descubrió las piedras de los cimientos del edificio sepultadas bajo 7 metros de escombro y tierra.
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